Empezamos octubre y lo iniciamos con agradecimiento y, oculto detrás de él, mucho amor. En este caso la Madre Cándida agradece el interés al obispo de Vitoria, D. José Cadena, por las noticias de uno de sus colegios. Dios siempre aparece para ayudar, porque Dios siempre es amor. Dios siempre encuentra las herramientas para hacerse presente y que podamos verle. Unas veces es un obispo, otras un amigo, algunas un sacerdote, otras un vecino. Da igual. Lo importante es saber que Dios siempre ayuda y ante eso, sólo queda ser agradecido.
Hace ya un tiempo leí un trocito sobre el amor. El autor es Carlos Díaz, al que algunas veces he mencionado. Dice así:
“Tomo conciencia de mi valor a través de la relación contigo, y de modo especial cuando me amas… Amar es lo que hace ser, su fuerza resulta tan contundente, que florecemos al sentirnos queridos. Fuente creadora, amar a otro es decirle: tú no morirás. Amar es querer tu bien, el yo que quiere, quiere ante todo la existencia del tú, amar es aprobar, darte por bueno, ponerme ante ti y proclamar: yo quiero que existas…”
(Me parece precioso. Gracias Carlos)
Este es Dios, este es el Padre bueno al que la Madre Cándida lo ponía como pagador de los favores que recibía, directa o indirectamente. Y si Dios es el pagador, no hay mejor banco para recibir lo que Dios quiera. Llevo unos días recibiendo mucho y por eso sigo agradecido, por eso agradezco las palabras y los silencios, de todos debo aprender, porque al camino ha sido largo y por este camino ha habido de todo, pero sólo Dios es el que juzga y en el confío.
Un niño, un día le preguntó a su abuela: “¿Cómo se puede tener el genio para hacer cosas como aquellas a las que nos ha acostumbrado Prokofiev?”, Y ella le dijo; “Jorge mira que Prokopiev no nació así, más bien se ha vuelto así. Ha luchado, ha sudado, ha sufrido, ha construido: la belleza que ves hoy es el trabajo de ayer, de lo que ha sufrido e invertido, en silencio”. Ese Jorge se hizo mayor y ahora se llama Papa Francisco.
Evitemos los grupos cerrados y seamos de Dios que Él nos pagará con creces todo lo que hagamos. Abramos los oídos y aprendamos a vivir, porque viviendo en Dios, tenemos garantizado la felicidad.
Antonio Grau
Murcia