Ya estamos de vacaciones. Ya tenemos ese tiempo que durante el curso no tenemos. Por lo tanto, podemos hacer todas esas cosas que decíamos que no podíamos, por el tiempo. Lo importante creo que es poder contestar a la pregunta: ¿en qué voy a emplear el tiempo?
Dicen que la percepción del tiempo y en qué hay que emplearlo, depende de la edad que tengamos. Estoy de acuerdo. Hace unos años pensaba en emplear el tiempo en unos asuntos, hoy pienso que hay cosas muy importantes donde emplear el tiempo y que antes no las veía. Por eso te pregunto desde estas líneas: ¿en qué empleas tu tiempo? No necesito, por supuesto tus respuestas, me basta con que sirva para pensar un poco y mantener lo que piensas o cambiar algo de ello.
Surge esta pregunta de la relectura de la perla de hoy. La Madre Cándida contesta a mis preguntas sobre el tiempo, mejor, sobre dónde puedo emplear el tiempo. Ella no duda, hay que salir y cuanto antes mejor. La prontitud, no exenta de reflexión, es importante. Si hay que hacerlo, cuanto antes mejor. Si me necesitan, pues allá voy. Y en segundo lugar queda el fin de ese movimiento, la razón para quien voy a emplear el tiempo. Y la respuesta está de nuevo a la vista: “para que todo sea para mayor gloria de Dios”. Todo por Dios: me muevo y empleo mi tiempo con prontitud por Dios. Me parece suficiente motivo. Da igual el tema, da igual la época y da igual el entorno. No puedo evitar pensar en la historia judía que ya he comentado alguna vez: ¿Para quién son tus pasos?
Ayer Marcos nos contaba un trozo de la vida de Jesús, uno de esos que muchas veces he escuchado y que siempre aparece algo nuevo. Y se vuelven a repetir las coincidencias, porque Marcos cuenta al final del evangelio que “recorría los pueblos de alrededor, enseñando”, y la Madre Cándida camino de Vitoria, recorriendo lo que tiene que recorrer, y de ahí sigo aprendiendo la disponibilidad para recorrer carreteras allá donde Dios quiera y para su mayor gloria. Da igual lo listos o torpes que seamos, da igual lo santos o pecadores que seamos, lo importante es que descubramos, como nos cuenta Pablo, que nos basta su gracia, porque Dios se realiza en la debilidad, no en la soberbia. Seamos como somos apoyados en Dios y a partir de ahí Él actuará. Y si hay que coger el coche o el tren, pues adelante, sin miedo, y sabiendo que la fuerza, nuestra fuerza está en Él. Cada vez que me acerco a un trocito de la vida de la Madre Cándida, cada vez que escucho algo nuevo sobre ella, cada vez que alguien escribe cosas profundas y tengo la suerte de acceder a ellas, es cuando descubro que si hay alguien que entendió lo que Pablo quiso decir a los Corintios, fue ella. Y de ella sigo aprendiendo.
Y hoy aprendo que la prontitud es una virtud siempre que vaya acompañada del sentido para moverse. Y aprendo también que el tiempo está para aprovecharlo y para emplearlo bien. Porque la vida pasa, pero cada día tenemos nuevas oportunidades que no debemos dejar pasar. Y si dudo, y no quiero equivocarme, coloco a Dios en la balanza y dice para dónde debo caminar, porque si nuestros ojos están puestos en Dios, su misericordia siempre nos acoge.
Antonio Grau
Murcia