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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 351

Carta nº 351     abril 1908

“Pienso lo mismo que usted, que esto producirá buen resultado en el pueblo y en toda la comarca, será de gran provecho a las almas, de mucha gloria a Dios”

 

Casi en mitad de la Cuaresma es momento para pensar que lo que hacemos es de Dios, que nuestra acción produce buenos resultados para Dios y que, lo más importante, produce buenos resultados a las personas. Estamos en fechas difíciles y es reconfortante abrir las puertas de los colegios y ver cómo vienen antiguos alumnos a que sus hijos sean matriculados en su colegio y, después de muchas anécdotas, te dicen cosas positivas relacionadas con su felicidad, con esa buena base que hizo que ahora sean lo que son.

 

Eso es producir buenos resultados, no tanto lo puro académico, que no estorba. Pero lo más importante son otros aspectos que se enseñan con la vida y con el cariño. No hace falta ser un sabio para que salgan sabios, hace falta ser abiertos y atentos, y los sabios saldrán, y serán atentos y abiertos a las realidades de los demás. Si perdemos el sentido de los colegios perdemos los colegios y perdemos a las personas.

 

Hagamos como los discípulos que acompañaron a Jesús al monte de la transfiguración, tuvieron la tentación de quedarse allí, pero el Señor les devolvió al verdadero sentido de este encuentro: volver con los demás, pero sin olvidar lo vivido. Hacer tres tiendas no era mala idea, pero no para quedarse allí “agustito” y ya está. Tener un templo que simula las tres tiendas es una preciosidad, pero para recordarnos que tras ese encuentro hay que volver a la realidad. Y la realidad no es otra que la que la M. Cándida nos recuerda hoy: dar gloria a Dios con nuestra vida, hacer las cosas bien sin importar nada más que su propio sentido y su propio por qué.

 

Y esta Cuaresma, que pasa tan rápido como todo, es un buen momento para descubrir el sentido de nuestros pasos, que no son malos, pero que necesitan saber para donde caminan y por qué caminan.

 

Ayer conocimos que vamos a tener una nueva nieta, en femenino. Aitana será su nombre. Mateo y Aitana se unen a la familia como una bendición de Dios y una razón para seguir dando gracias todos los días.

 

Que Dios siga inundando nuestros corazones y nos haga crecer en esta Cuaresma. Que Dios siga queriéndonos como nos quiere.