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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 349

Carta nº 349     abril 1908

“Lo siento y pido a Dios nuestro Señor las pongas buenas a todas”

 

Siempre debemos acordarnos de Dios, porque Él siempre está. Pero nos acordamos de Dios, sobre todo, cuando tenemos necesidad. Lo mismo le pasaría a la M. Cándida cuando había hermanas enfermas. Ella acudía a Dios para que les ayudara a recuperarse. Esta oración de petición formaba parte de su vida, de su quehacer cotidiano como forma de diálogo con el Señor. Pero yo creo que era consciente de que Dios nunca la abandonó, que siempre lo sintió cerca. Y seguro que muchas veces escuchó el capítulo 6 de Mateo.

 

Al escuchar ayer el evangelio, donde Mateo nos habla de la confianza en Dios y del anti estrés, me quedo con el final:

 

“Buscad, ante todo el reinado de Dios y su justicia, y lo demás os lo darán por añadidura. Así pues, no os preocupéis del mañana, que el mañana se ocupará de sí. A cada día le basta su problema”.

 

Y vuelvo a recordarme lo que en alguna ocasión ya he comentado: no agobiarme más de lo que el propio día traiga, no agobiarme por lo que no depende de mí. Pero como tantas veces, se me olvida. Y caigo en agobios que se unen a falta de confianza. Debería ponerme en el dintel de la puerta del despacho esta cita de Mateo, para que cuando llegue uno de esos momentos o de esos días, levante la mirada y lo lea, y lo lea como la palabra que Jesús me dice.

 

Porque hay días donde el cansancio o el agobio puede nublar la razón y olvidarme de lo que no me puedo olvidar nunca, como ocurrió en la siguiente historia:

 

“Caminaba un hombre tan cansado, que sus huellas se hundían profundamente en aquel arenal. Entonces se dirigió así a Dios: “Señor, tú me dijiste una vez que, si decidía seguirte, caminarías siempre conmigo. Sin embargo, durante los momentos de mi vida en que tenía más dificultades y problemas tan solo había un par de huellas. No comprendo por qué cuando más te necesitaba, más me abandonabas”.

“Hijo, nunca te he abandonado. En los momentos de angustia y dolor, cuando tú has contemplado tan solo un par de huellas en la arena, yo te transportaba en mis brazos”.

Moraleja: la confianza se explica después, pero hay que ejercerla antes para poderla comprender más tarde.

 

Hoy necesito pedir mucho, necesito pedir porque ponga buenas a esas personas tan cercanas que están a la espera de segundas operaciones o de segundos resultados, y en especial hoy por un examen importante, para que le cojas de su mano y le acompañes.