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Otro ángulo de la Navidad

Que no nos roben LA NAVIDAD.

Es que es muy fácil.
Solo con trastornar dos letras…
NAVIDAD… VANIDAD…
ya la banalizamos, la trivializamos.
Y, por desgracia, ocurre.

Con intención o por inercia, podemos desvirtuar el denso sentido de la NAVIDAD: esa cercanía de Dios, que asume nuestra naturaleza y se encarna en seno de mujer, María.
Y nace en Belén, como sencillamente nos lo cuenta Lucas.
Pablo también nos lo recuerda: Como uno de tantos…

Sí. MISTERIO que nos sobrecoge. Desconcertados. Asombrados. ¡De no creer!
No podemos alcanzarlo.
Pero el MISTERIO nos habita.

Y en vez de correr como los pastores y encontrarlo entre pañales, en un pesebre, con María y José, porque no había sitio para ellos en la posada…, merodeamos sin rumbo.
Despistados; no entra en nuestros planes… Tampoco les ofrecemos nuestra posada e, inconscientemente, a veces, optamos por LA VANIDAD, sin saber cómo.
El yantar de la cena, la pulsión y prisas por comprar, las ofertas, los regalos con su colorido envoltorio, las luces, el consumo, las ganas de fiesta, la publicidad que saca también su cuota, el turismo y los viajes… Incluso hasta la fiesta de cotillón se adelanta a veces…, la ropa que ponerse…
¡Es nuestra VANIDAD!
Envoltorio de consumismo rodeado de perifollos, sucedáneos de felicidad.
Como niños deslumbrados por el paquete, más bien… etiqueta y lazos del regalo…

Qué de luces y ruidos pueden obnubilarnos, descentrarnos y desviarnos…
Impedirnos vivir el gran MISTERIO que nos habita: EMMANUEL, DIOS CON NOSOTROS.

También nos habita el espacio: desde dónde y hasta dónde…
También nos habita el tiempo: desde cuándo y hasta cuándo…
El misterio nos roza todos los días en múltiples circunstancias.

Nos sobrepasa… Más allá de nosotros…
Nuestro Dios se hace chiquito en ese niño que reposa sobre el heno de un pesebre.
¡MYSTERIUM FIDEI!

Felicidad que nos reunamos en familia. Sí.
Sin obscurecer ni tupir el motivo de nuestro encuentro, que los ángeles cantaban en Belén:

GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS
Y EN LA TIERRA,
PAZ A LOS HOMBRES QUE DIOS AMA.

Porque la única «razón» (¿se puede hablar de razón?)
… es que nuestro PADRE DIOS nos quiere tanto…

¡FELIZ NAVIDAD!… ¡La de BELÉN!

Teresa Zugazabeitia FI