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Nicaragua: dolorosos contrastes – por MªLuisa Berzosa FI

Todos los días estamos abrumados por infinita cantidad de noticias. Algunas persisten días y días en primera plana, otras apenas muestran unos titulares pasan a segundo plano y enseguida desaparecen.

No es momento de detenerse a reflexionar sobre el poder casi absoluto de los medios de comunicación; sabemos que muchas veces responden a planteamientos políticos pero este punto daría lugar a otra nota.

Tengo la sensación de que en este momento Nicaragua y su sangrienta situación ha desaparecido, por lo menos de primera plana de titulares, o no llegan a Europa y no sé si tanto al resto de América Latina.

¿Por qué se me ocurre esta reflexión ahora? ¿y sobre este país?. Es cierto que no es el único que sufre violencia, tristemente ésta se ha extendido por casi todo el continente latinoamericano. Venezuela, México … podríamos citar una lista muy extensa a lo largo y ancho del mundo.

Me ha parecido que la respuesta del pueblo ha tenido una fuerza inusitada; ha hecho cambiar los planes del gobierno; ha clamado por la justicia, por sus derechos, por lo que significa ponerse en pie y no vivir aplastados por el poder de turno.

Y han sido mayoritariamente los jóvenes quienes se han lanzado a la calle, sin duda con una conciencia clara de su presente pero sobre todo de su futuro.

Sin olvidar la mediación de la Iglesia que está siendo clave para resolver conflicto y que también “ha salido” a reclamar fuertemente a favor del pueblo.

Entre esas fotografías, que contrastan por la belleza y la violencia, hay una historia de mucho dolor y sufrimiento, hasta 41 muertos en pocos días, uno de ellos un periodista mientras informaba en directo, pero hay una “primavera en Managua” como se ha escrito, porque poco a poco hay un despertar común y una unidad para restablecer una convivencia en paz e igualdad.

Precisamente Sergio Ramírez, nicaragüense, Premio Cervantes 2017, acaba de pronunciar esta frase en una entrevista reciente: “El sopor al que Nicaragua ha estado sometida, se ha roto gracias a la conciencia ética de las calles”.

Ojalá que también nuestras calles y plazas, nuestros debates, nuestras instancias de poder a través de todas las instituciones que ocupamos, pequeñas o grandes, estén envueltas en la ética, en los derechos y deberes que como ciudadanos necesitamos, en una convivencia pacífica en medio de la diversidad que somos y que nos enriquece.

Que el contraste venga de poder dialogar en convivencia plural, pero que no se mate la belleza, las opiniones diversas, que la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, desaparezca de nuestros ambientes.

La primavera está llegando, ojalá traiga sus flores y frutos cargados de buenas noticias para nuestro mundo.

MªLuisa Berzosa FI

Entrevías – Madrid