… Para trascender profundo: «deep and deeper»
Nadie niega la dimensión cognoscitiva de la persona. Y la libertad.. Y el amor. Tampoco la artística, la técnica y la física.
Ahí están los gimnasios que nos ofertan «pilates» y otros itinerarios para mantenernos en forma.
¿Y la dimensión ética? esa percepción natural de lo justo e injusto, del bien y del mal, del buen hacer… o no. Distinta, aunque a veces ligada a la dimensión religiosa de la persona, se interactúan.
¿Por qué negar a la flor la luz? ¿y a los peces el agua, y a los pájaros el aire…?
Cuando negamos a la persona su dimensión religiosa, se me ocurre que es como si cortáramos las alas al águila real. La reducimos a un ave de corral picoteando y hollando con sus patas y en sus propias heces su comida; como si fuera una gallina.
Y el águila es para volar, para elevarse, para desafiar la ley de la gravedad que nos hace caer. Para planear y dominar majestuosamente el espacio.
La persona, si le recortamos o anestesiamos o negamos su dimensión religiosa… pues eso: que la reducimos a ave de corral que puede ser que picotee sólo publicidad. A veces algo más.
Pero el águila real… ¡es para volar!.
Teresa Zugazabeitia FI
@zugamar