MEMORIA… Histórica… Democrática….
Se la puede calificar o determinar como más convenga según lo que se pretenda.
Podría ser también memoria financiera, memoria social, memoria republicana, memoria pandémica, memoria juvenil, memoria monárquica, memoria popular… Así hasta lo que queramos.
La memoria es una facultad de nuestra materia gris. Personal. Nadie puede pensar o recordar por mí. Yo pienso, yo recuerdo.
Como nadie puede comer o dormir por mí.
Además, selectiva dicen los científicos. Nuestra memoria selecciona, entreverada por el interés y la emoción.
Y puestos a adjetivarla, también podríamos denominarla como memoria directiva. Si se pretende direccionar.
Y siendo selectiva y directiva la cosa cambia. No es sólo un recuerdo. Se dirige.
Deviene una herramienta de poder.
Según una antigua canción: «Recordar es volver a vivir el tiempo que se fue…»
Volver a vivir.
Tiene sus riesgos: Crear opinión, manipular, tergiversar, ingeniería de la información… ¡Y todo vale para hacerse con el cuarto poder!
Hasta cambiar el curso de la Historia, o parcializarla o reinterpretarla con situaciones actuales, ajenas a aquellos acontecimientos que ahora los acomodamos a nuestras ideologías e intereses por mantener el poder.
¿Por qué no dejar a los historiadores que hagan su trabajo? Que cada investigador aporte su tesela para recomponer el puzzle del pasado. Tan importante para nuestro HOY.
La Historia, afirmaba Cicerón,
«Es luz de la verdad,
la vida de la memoria,
la maestra de la vida».
Sería bueno que nuestros políticos se mantuvieran en su competencia: La res publica, logrando el mayor bien común para la sociedad, oteando el mejor futuro. Aprendiendo del pasado, Magistra vitae los caminos adecuados.
Memoria selectiva y directiva.
¿Qué se pretende?
Los españoles estamos en lo de la pandemia. Su gestión. Estamos en los Ertes y en los Eres. En el PIB. Las pequeñas y medianas empresas no pueden levantar la persiana. No se llega a fin de mes. Las escuela y colegios se medioabren… los stocks repletos… Futuro muy negro.
¿Por qué remover fosas de hace ochenta años, después de una ley de amnistía, modelo de transición democrática, cuando en 2009, dos jóvenes: Carlos y Diego, hace pocos años, les estallaba una bomba lapa, por el mero hecho de ser guardias civiles, en Mallorca?
¡Tantos casos de terrorismo, en plena democracia, sin resolver!
¿Se arreglará todo con la tal memoria democrática, con declarar cementerio civil, y desalojar a la comunidad de benedictinos…?
¿Dinamitarán la gran Cruz del Valle?
Los talibanes lo harían.
Mª Teresa Zugazabeitia, FI