Nos encanta saber en qué cree cada persona: ¿es de izquierdas o derechas? ¿creyente, agnóstico, ateo? ¿qué periódico lee? ¿qué autores están en su mesa de noche? ¿a qué colegio o universidad fue?, etc. Y así nos hacemos una idea, o mejor dicho, un prejuicio sobre esa persona.
Cada vez veo que estas clasificaciones me sirven menos. Cada vez me importa menos lo que crea la persona con la que hablo. Pero hay algo que sí me interesa. Lo que me interesa de verdad, lo que realmente me importa es si la persona que tengo delante tiene más preguntas o más respuestas.