Muchos menores juegan con móviles y tablets incluso antes de cumplir los tres años. Entonces, ¿hace falta educar a los jóvenes en las nuevas tecnologías? Para el Observatorio de Contenidos Televisivos Audiovisuales (OCTA) la respuesta es clara: sí, y no solo a los jóvenes, sino a toda la sociedad. Con unas consecuencias aún desconocidas en áreas como la neuropsicología, padres e hijos comparten ya la adicción a las pantallas: nadie está haciendo buen uso de ellas.
Así se desprende de las jornadas «Las reglas del juego: infancia, adolescencia y pantallas» organizadas esta semana por el OCTA (una plataforma de cincuenta organizaciones de consumidores, padres y sindicatos) en el Congreso de los Diputados. La plataforma reconoce que, usadas de forma responsable, las nuevas tecnologías tienen facetas positivas como la comunicación o el acceso a información, pero también tiene efectos negativos.
«La tecnoadicción es una nueva realidad que afecta compulsivamente a las nuevas generaciones», asegura el Observatorio. Por ello, reclama que el uso de las pantallas en la infancia y adolescencia quede regulado en el Pacto Educativo. Y no sólo a nivel técnico, sino también a nivel moral, ético o físico. Entre otros puntos, piden que, ante los avances de la neurociencia, se informe a todos los educadores de los beneficios y riesgos de su uso.