«El libre y ancho mar » – Capítulo 3 – VivirFI Radio
18 diciembre, 2019
CONSEJO 3
23 diciembre, 2019

«La Purísima Virgen nos cubra con su manto»

Foto de Jason Dent en Unsplash

Estamos en Adviento, la Virgen de la espera confiada. Nuestra Señora de la Esperanza. Aquella que fue concebida: ¡INMACULADA! «ESTRELLA» también, en el caminar apostólico de las Hijas de Jesús. OCTAVARIO de festejos después de su fiesta litúrgica. Aniversario de nuestro empezar congregacional. Huelga explicarlo en Salamanca. En el primer colegio de la M. Cándida, aquel que le arrancó aquella efusiva exclamación: «… ya tiene nombre el colegio: LA INMACULADA»..

A ese colegio no le bastaban los fastos de la novena de LA PURÍSIMA, tan venerada por el pueblo salmantino, su universidad, sus teólogos y pintores a través de los siglos…
Ese colegio seguía celebrando EL OCTAVARIO a la INMACULADA, pasada ya la fiesta litúrgica 

Es justo pues, retomar la presencia de María en nuestra Congregación:

«¡Bajo el visible amparo
y particular protección

de MARÍA INMACULADA!» 

Así nacía la Congregación, en Salamanca.
Como había sido concebida en el Rosarillo.
Presencia constante de María en la M. Cándida., el P. Herránz,  la Congregación, que expresa en la FORMA CONGREGACIONAL, nuestro caminar mariano diario, a través del oficio parvo de «Nuestra Madre y Señora la  Virgen Santísima».
A Ella queda referida y confiada nuestra castidad. Icono también y modelo en nuestro quehacer educativo.

Amparo y protección: porque es ardua y difícil la misión encomendada. Imposible bajo el prisma de la prudencia humana.
Las dificultades crecen insuperables.
Todo parece diluirse en un final  anunciado.
Gª Alcalde, testigo y primer historiador, afirma:
«En todo el decenio 1876¬1886 se registraron mayor número de defunciones y número también mayor de defecciones. Ni una entrada nueva se registra en alguno de esos años… ( )… Fue esta época de verdadero pánico, pues además de los apuros interiores, tenía que sentir las angustias que provenían del exterior, los apuros que le ponían las reconvenciones de la autoridad legítima al dejarle traslucir la posibilidad de una completa disolución, si las cosas seguían por ese camino»

Situaciones límite de soledad e impotencia vivirá la M. Cándida que le harán exclamar: «… y pues me ves tan sola en la empresa comenzada, sed mi dulce ayudadora, no me dejes, Madre amada!»

En carta fechada el 30 de Junio de 1874 empieza con esta invocación: «La Purísima Virgen nos guarde con su celeste manto».
El P. Herránz, aunque está lejos, resiente también esa necesidad de ayuda y amparo. Empieza sus cartas: «La Purísima Virgen nos acoja en su divino manto» o bien «La Purísima Virgen nos proteja y ampare»

Es en Agosto de 1875 cuando encontramos el deseo y plegaria que junto al IHS encabezará ya todas las cartas circulares de modo uniforme: La Purísima Virgen nos cubra con su manto. 

Casi cien años se mantuvo esta súplica, hasta la circular  del 25 de  julio de 1970, firmada por la sexta Superiora General.

Esta experiencia de amparo y protección bajo el manto de la Virgen  gozaba ya de tradición. «La Virgen de los Navegantes» archivo de Indias, de Alejo Fernández (+ 1545) cubre con su manto a Cristóbal Colón y carabelas que se hacen a la mar. Zurbarán en 1630 plasma en su lienzo «La Virgen de los Cartujos» en la misma actitud.
La Compañía de Jesús cobijada por el manto de María,  en un cuadro realizado por el H. Marín Coronas (+1928) pero  con visión escatológica de triunfo: S. Ignacio, Javier y los Jesuitas que ya consumaron su misterio pascual, parecen alentar a los que todavía  peregrinan.

El aguayo de los pueblos andinos  envuelve a  madre y bebé en abrazo de cariño y seguridad.

El manto de María, que a los artistas se les ocurre siempre azul, es cercanía, cariño, calor, seguridad, amparo y protección. Y fuerza vital. Reina y Madre de misericordia. Madre de la Iglesia.

En el regazo de María, bajo su manto, podemos hacer nuestra la súplica de Ignacio «que nos ponga con su Hijo».                                

MARÍA de la ESPERANZA, del ADVIENTO. 

Mª Teresa Zugazabeitia, FI