«Palabras» – Capítulo 11 – VivirFI Radio
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Hacia un renovado Pentecostés

Me siento a esperar en el aeropuerto la hora de volver a casa y me invade una frase que he aprendido con las hijas de Jesús: “que salgan mejor de lo que han entrado”.

He llegado al congreso de Laicos 2020 en avión, intentando centrar (me) mi atención en aquello a lo que venía a Madrid. El sol del mediodía me hacía cerrar los ojos para disfrutar de su calor, sobrevolando una densa capa de nubes.

“Pueblo de Dios en salida”, lema del congreso, me llevó en ese instante a simbolizar el sol con Dios. Las nubes , una capa densa, deslumbraban por la luz del sol. Al cruzar las nubes, Madrid se revelaba gris. Algo me interpeló: ¿ y no es esta la realidad de la iglesia? Hay que cruzar las nubes para aterrizar en la realidad. Este fue mi pensamiento.

Y si somos Pueblo de Dios, somos todos, ¿no? También los que en la realidad sólo conocen el gris, en un amplio abanico de posibilidades; sin haber experimentado lo que hay tras las nubes.

Pero, ¿y los que sólo se quedan disfrutando del sol? En su calor y disfrute, justificando los beneficios de la vitamina que aporta; pero paralizados por el miedo a cruzar la densidad de nubes que no les deja saber qué hay tras ellas. O (peor) sabiendo lo que hay, pero negando que haya que pasar por ellas.

¡Qué misión tan bonita la de descubrir, desde la realidad de pisar el suelo, que las nubes van y vuelven, y se transforman, y se disipan…! ¡Pero el sol siempre está presente!, estemos donde estemos.

¿Cómo transmitir que somos portadores de la luz de Dios?

Pueblo de Dios en salida,…¿ y entramos alguna vez?, ¿ no hemos estado ahí siempre? o ¿es que ahora se nos pide que tomemos posiciones porque habrá un “pistoletazo de salida”?

Congreso de laicos 2020, enviados por diócesis, movimientos, grupos de fe, familias carismáticas, … y los obispos en primera fila, con sus sillas “nominadas”.  Protocolos aparte, cercanía y familia fue lo vivido estos tres días.

Practicando la escucha activa, participando en cada grupo de reflexión en cuatro itinerarios que bien se podrían convertir en los cuatro hitos del Post congreso. ¡No conocía toda la diversidad que existe y me encantó!

Algún obispo compartía que se hacía consciente de esta riqueza, otros dudaban si estar o no participando en los grupos de reflexión; también surgía la pregunta ¿esto valdrá para algo?

Los testimonios, que en el congreso íbamos escuchando, nos iban haciendo ver que también la familia de la Madre Cándida es rica en formas. Y completábamos la rica diversidad experiencial que se vivía. Entendí el envío que se nos había ofrecido cuando Toni Vadell, en la clausura, nos resumía algunas de las aportaciones de los congresistas con una imagen que quiero compartir: imaginemos la iglesia comunión, donde nos sentamos a charlar y compartir sentados en el campo, sin sillas que “nombren” cargos,  sino puestos al servicio de la escucha, del  acompañamiento, de sentirnos al lado (ni arriba ni detrás).

Pueblo de Dios en salida, salgo mejor de lo que entré. Agradecida y dispuesta a sentarme cerca de otros; en una familia carismática que me ofrece vida y misión compartida.

“Los laicos somos protagonistas, nada de actores de reparto”. Seguimos el camino sabiendo que no estamos solos. Juntos llamados a una Iglesia en sinodalidad.

Emma Quiroga Blanco

Directora del Colegio Hijas de Jesús de A Coruña

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