Zach Klein narraba en primera persona cómo le encantaba «jugar a Sim City y diseñar páginas web» de pequeño. Pero con cierto sentimiento de culpa cuando entró en la escuela secundaria se obligó a dedicarle menos tiempo al ordenador y más al deporte. Con el tiempo acabó mudándose a Nueva York y fundando una compañía, Vimeo –una especie de YouTube más elitista y sofisticado– que se vendió por una cifra millonaria a los pocos años. «Mi pasión original por Internet resultó ser muy valiosa para la economía una década después». A lo que añade: «Es difícil predecir qué habilidades serán más valiosas en el futuro. Y todavía más complicado dar con la conexión entre los intereses de los niños y esas habilidades».
A Klein le gusta poner a Minecraft como ejemplo: los niños actuales están aprendiendo a diseñar en 3D con este juego en el que se construyen mundos y edificios como si fueran parte de un gigantesco Lego virtual sin límite. De hecho lo que empezó como un simple juego ya es una herramienta en miles de escuelas.
Según la experta en educación Cathy Davidson, el 65 por ciento de los niños acabarán trabajando en algo que no se ha inventado todavía. Y un estudio del fabricante norteamericano Dell dice que el 85% de los empleos a los que aspirarán en 2030 tampoco existen hoy en día.