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Empanada gallega

Pues sí. Y ha sido al ojear el revistero y caer sobre la última portada de ECCLESIA, nada menos.

«Aquí está la Iglesia», rótulo bien visible. 

Y pronto me doy cuenta que la imagen quiere «iconizar» con las manos en la masa, con todo el bagaje de acción e inculturación que evoca; lo entiende rápido cualquiera. 

La Iglesia está ahí, activa, concernida. Implicada. 

Dando el callo. 

Pero… veo un rodillo también.

Se me escapa la imaginación. 

Esto no es una masa cualquiera. 

Ahí está el rodillo, alisando la masa en proceso de… ¿una empanada gallega? 

¿Lapsus freudiano?

Pues… que me gusta la imagen: percibo hondura y actualidad: empanada… pandemia… 

¡Si hasta fonéticamente casi escuchamos igual! 

¡Y las grafías casi coinciden, si reordenamos las letras…! 

Pandemia que nos hace patente nuestra naturaleza humana vulnerable, sin excepción.

Dimensión universal. 

Pensar que el Covid 19 nos está alertando de la inutilidad de las fronteras que hemos fabricado a lo largo de los siglos para pertrecharnos unos de otros… 

Habíamos llegado a la luna. El rayo láser llega quirúrgicamente al feto uterino.

Las distancias se acortan y pasamos fácilmente un fin de semana en Paris o Londres. O nos vemos y hablamos de continente a continente… 

La ciencia y técnica progresan, erradican nuestras enfermedades. 

Nos proporcionan calidad de vida. 

Y hete aquí, que un bicho nos pone firmes a todos. 

No solo biológicamente. 

Consecuencias financieras, laborales, sociales. 

Futuro muy incierto auguran los expertos. 

Y si aprendiéramos por lo menos, humildad. ¡Somos tan vulnerables…!

La Iglesia está ahí estamos ahí… con las manos en la masa: ¿en plan de «empanada gallega»? 

Porque la «empanada gallega» lleva diversos y distintos ingredientes: 

Sofrito de verduras de tierra adentro y atún de mar profundo. 

Y tiene un proceso de elaboración lento, atento y cuidado. 

Y un trabajo muy artesano, muy humano. 

Y tiempo de espera: tiene que fermentar la masa… Y después hornearla. 

Así, de memoria, a bote pronto y muy lejos de ser exhaustivos: ahí estamos pues, Iglesia que somos los que creemos en Jesús, en diversos y heterogéneos pueblos, hermanos.

Últimamente la Amazonía de dimensiones ecológicas planetarias. Atención y cuidado de la casa común.

En Asís, pospuesto para noviembre próximo, un encuentro del Papa con jóvenes empresarios y economistas, procurando una economía que haga posible el «pan nuestro de cada día» para todos. Un sistema nuevo, sostenible. 

Con los hermanos musulmanes, el 4 de febrero de 2019, el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar firmaban la Declaración de Abu Dabi, una invitación a la reconciliación y a la fraternidad, buscando la paz universal.

En la ONU o en arrabales ignotos de la India o África.

Tantos viajes, tantos links, tratando de justicia, libertad, paz y pan para todos los pueblos.

Procurando la fraternidad universal que soñaba Jesús : ¡PADRE, pero NUESTRO…! 

También al filo de la vida corriente: en el lecho del enfermo olvidado. En los ancianos descartados

Con los migrantes que se hacen al mar y llegan, los que llegan, a Lampedusa y nuestras costas buscando una vida digna: pan para hoy y educación actual para un futuro mejor. 

En las escuelas rurales o en universidades de élite.

En aquellos monasterios callados que rezan y rezan, oxigenando la humanidad. 

O en la familia que nutre y educa a los hijos en la fe comprometida.

Sufre la injusticia de los poderosos que aplastan y especulan a costa de los que no tienen un trabajo digno que les haga también libres. 

Sufre y denuncia la violencia y opresión de los fuertes contra los débiles. 

Muy cerca quiere, pretende y logra estar: olor a oveja, hospital de campaña, periferias… en salida… 

En tensión de espera: «ya, pero todavía no» con los ojos fijos en Jesús. 

«Con las manos en la masa» modelando esta monumental «empanada» que requiere ingredientes diversos y heterogéneos, trabajo artesano, tiempo de espera, horno atemperado… y un barniz final que podríamos identificar con: ser testigos de lo que hemos «visto y creído». 

Modo sencillo de realizar el Reino de Dios: todos los días, con las manos en la masa; como se hace una empanada gallega. 

«Aquí está la Iglesia». 

Mª Teresa Zugazabeitia, FI