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Elijamos nuestras emociones – por Javier Cebreiros

Desde pequeños nos concienciaron del impacto que tendrían en nuestra vida los estudios, las notas y los idiomas para encontrar trabajo y llegar a ser “grandes profesionales”. Ahora, en un entorno completamente cambiante, resulta que lo importante, tanto a nivel personal como profesional, es ser personas capaces de controlarse, adaptarse, innovar, comprometerse o liderar; y en absolutamente cada una de esas competencias existe un elemento común: las emociones.

Llevo años analizando el comportamiento humano y la comunicación de las personas, hasta el punto de comprender que la excelencia, hoy en día, es inconcebible sin atender a la emoción. Un término tan amplio que, ni siquiera los investigadores hoy en día, se ponen de acuerdo para definir. No obstante, sí coinciden en algunas características. Hoy quiero destacar dos: se contagian y no se pueden ocultar.

Si yo no puedo ocultar mis emociones -emociones que puedo tener por vivir una experiencia, recordar un momento de felicidad o ver a otra persona emocionada-, es fácil entender que, en gran medida, las personas no somos lo que somos, sino que somos las emociones que comunicamos. Algo tan ilusionante como peligroso.

Continúa leyendo en el blog de Congreso Emociona de Escuelas Católicas