Mª Magdalena fue al sepulcro muy temprano, “todavía estaba oscuro”, dice Juan. Ella tenía prisa, no podía soportar la ausencia del Amigo…
Al ver la piedra corrida no entra y se va deprisa a avisar a Pedro y «al otro» discípulo, al que el Señor quería tanto…
En la tumba solo están las vendas y el sudario, el cuerpo de Jesús, no.
Y entonces despertaron,
Y entonces creyeron,
Y entonces se llenaron de gozo…
Les invadió una extraña certeza de que Jesús estaba vivo; y entendieron lo que la Escritura decía que Él tenía que resucitar…
Y fueron a comunicar la noticia a todos los demás compañeros, experimentando la fuerza de la Resurrección, la fuerza de la Vida, la fuerza de Dios…
El efecto de la Resurrección también a nosotros puede transformarnos , por dentro – ¡ y por fuera! – para hacernos testigos verdaderos y eficientes de la presencia viva del Resucitado.
Abriremos los ojos para llenarnos de luz, abriremos el corazón y las manos para que explosione de amor la Naturaleza entera, y sentir que la primavera es verdad, que la vida nos late por dentro, que si no cantamos “hoy”, cantarán las piedras…
Dios nos pide un paso adelante, un paso hacia un mundo distinto y nuevo. Un paso lleno de amor que transforme, que recree, que llegue a todos, que haga posible el Reino…, un paso más radical y totalizante, un paso de la muerte a la vida.
Mª Francisca Bueno FI