Cuando conocí Irpa-Irpa me pareció un sitio tan seco, sucio y árido que me planteó mil preguntas, pero hubo una que no dejó de sonar y repetirse en mi cabeza: ¿Cómo puede uno encontrar a Dios en un sitio así? Es increíble cómo poco a poco la respuesta a esa pregunta se fue abriendo paso al descubrir que Él está en todo: en la recolección de camote en el campo con los niños del internado de Buen Retiro; en la paciencia y cariño infinito al intentar enseñar a los niños a sujetar bien el lápiz y reseguir las vocales; en las conversaciones con las personas que viven allí entregando su vida a los demás; en los abrazos, cariño y sonrisas que regalan gratuitamente los niños; en la convivencia con los compañeros de experiencia… Pronto, esa pregunta desapareció para dar paso a otras y a la experiencia de que Dios, tiene rostro boliviano! Bolivia, donde lo urgente deja de ser lo más importante y dónde descubres que las cosas importantes no son las que tú, iluso del norte, creías. El sitio donde experimenté lo que realmente es importante: aquello que le preocupa Dios y por lo que quiere que nosotros nos ocupemos.
Clàudia GB