¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc 24,13-32)
24 noviembre, 2020
CONSEJO 43
7 diciembre, 2020

CONSEJO 42

42. Las clases por la mañana y tarde. La Madre verá delante de Dios las horas que sean más convenientes para clases, mirando siempre al bien de las niñas y las nuestras, teniendo en cuenta que las Maestras han de descargar antes de comer para que no les haga daño el calor que saquen de la escuela. En invierno, desde las 8 hasta las 11, y por la tarde, desde las 2 hasta las 5; en verano, desde las 7 hasta las 10, y por la tarde, desde las 3 hasta las 6.

                De nuevo un consejo muy concreto, con muchos detalles, pero dentro de estos detalles se encuentra algo importante, algo que hace que las cosas puedan cambiar, pero que no cambie lo fundamental. Los horarios pueden ser otros, las clases pueden ser en diferentes horarios, pero lo que no puede faltar y, creo que a la M. Cándida no le faltaba, era ver las cosas delante de Dios. Esto es lo importante, esto es lo que no puede faltar en nuestra vida, pues es Dios el que susurra cuando nos acercamos, el que nos sopla su Espíritu.

                Ver las cosas de nuestra vida delante de Dios es, como nos dice Isaías en la lectura de ayer, ver a Dios como padre y hablarle de nosotros. Es como ese padre que se preocupa de nosotros, que nos moldea, como el alfarero moldea la arcilla. Y tal como dice el salmo 79, que el Señor nos restaure, que nos proteja, que nos de vida. Así comienza el Adviento, así iniciamos este primer lunes de la primera semana de Adviento, con la oportunidad de volver a reiniciar aquello que no funciona bien, es como darle a la tecla del móvil donde pone reiniciar y descubres que al reiniciar lo que estaba mal puede estar bien.

                Y ¿Qué nos pide el Señor en esta primera semana de Adviento? Sencillamente velad. Que estemos atentos, que vivamos a pleno pulmón, pero atentos a cada día, a cada momento porque no sabemos ni el día ni la hora.

                Adviento viene como oportunidad para vivir.

                Hoy iniciamos una nueva etapa de nuestra vida en una nueva casa. Esta casa tiene nombre: ikiru. Y este nombre surgió en un largo viaje donde, buscando cómo llamar a este sueño. Pues hoy es una realidad, hoy es una oportunidad de agradecer a Dios estar aquí. Le seguimos pidiendo que nos cuide como buen Padre, porque el nombre sencillamente responde a un anhelo, porque iliru significa vivir (en japonés).

                La vida nos regala la oportunidad de reiniciar una nueva etapa de nuestra vida, y además con nuestra familia. Nos faltarán días para dar gracias. Por eso han existido muchas “coincidencias” y después de mucho trabajo: ikiru. Adviento es algo así, una nueva oportunidad de reiniciar, con mucho trabajo, una nueva etapa donde Cristo sea el constructor.

                Seamos personas que construyen, seamos personas capaces de reiniciar circunstancias y de reiniciarnos. Seamos personas que confían en Dios como constructor de nuestras obras y de nuestra vida.

                Ikiru en Dios, ikiru con Dios.