30.Todas las niñas para ser admitidas han de tener 6 años y, como se ha dicho, se presentarán a la Maestra Primera. Cuando hayan de pasar a otra clase será con consentimiento de la Maestra Primera, a instancia razonada de las Maestras.
Hoy la M. Cándida habla sobre pasar a otro nivel y aconseja que cuando esto ocurra, sea con “instancia razonada”. Me hace pensar que, en cualquier cambio, en cualquier paso, es necesario tener un por qué, una razón que te de la seguridad del cambio, aun sabiendo que el futuro está sin escribir. Muchas veces esa razón no está fuera, en los acontecimientos, sino dentro de ti, en lo que sientes y crees, y desde ahí intentas pasar con cabeza y con “instancia razonada”. Inicio este ratico de reflexión con las palabras de Carmen Cruz sobre dos acontecimientos de la vida de la M. Cándida. A la vez aprovecho para felicitar a todos los Pedros, Pablos y Petras que celebran hoy su santo. Dice Carmen Cruz:
La luminosidad brillante de esta estrella produce paz. Así era el corazón de la Madre Cándida. Irradiaba serenidad porque en él solo cabían sentimientos positivos, cordiales. Hacia todos. En cualquier circunstancia. Y esto es lo que, al contemplarla, nos causa admiración.
Empeoraba en España, por momentos, la situación política. El grito de José Canalejas lanzado aquella mañana en las Cortes, noviembre de 1910, hizo estremecer a la Iglesia española: “Hay que dar la batalla al clericalismo”.
Salamanca también sintió miedo. Por los conventos de la ciudad comenzó a circular, primero en pequeños corrillos, en círculos más amplios después, un tema inquietante: “La Ley del Candado”. Se comentaba que con esta ley el Gobierno quería “regular” en España las Congregaciones religiosas. Y crecía el temor. Iba a más. Alguien sugirió que quizá convendría poner a salvo los vasos sagrados y las imágenes religiosas.
…
Pasamos página. Hacia atrás. 1891. Finalizaba el verano y la Infanta Isabel daba
por terminada su estancia veraniega en tierra segoviana.
Como cada año, y tras conocer tiempo atrás y casualmente en Salamanca a la Madre Cándida, citó a esta en el palacio de La Granja. Doña Isabel, “la Chata”, podía –y quería- ayudarla en su difícil papel de fundadora. Puntual llegó la Madre a la cita -once de la mañana- para hablar de las Constituciones. Hablaron a gusto, sin prisas. La Infanta le prometió que en Madrid la presentaría a la Reina María Cristina y al Sr. Nuncio para agilizar la aprobación de su Congregación.
El Rey Francisco, “un caballero pequeño, amable, educado, elegante, exquisito y distinguido”, según las crónicas semioficiales (las que corrían extraoficiales, en el propio palacio y entre el pueblo, eran más bien malévolas), se puso en pie y le ofreció su asiento. A ella, a una mujer amable y educada también, pero carente de títulos nobiliarios o académicos. Con sencillez aceptó. La Infanta estaba presente. Como hija predilecta del Rey Francisco de Asís, acompañaba siempre a su padre en los escasos viajes que realizaba a España desde su exilio francés. Se la notaba gozosa de que así recibieran a su amiga, a “Sor Cándida”. Mientras el Rey y la fundadora hablaban, la Infanta se levantaba, iba y venía de su lugar para intervenir en la conversación.
“Nos hicieron tomar un refresco y después nos despidieron dejándoles con deseos de que hubiéramos estado más tiempo”.
El Rey, y detrás de él todo su séquito, salieron fuera a despedirla, acompañándola hasta el coche.
-¿Cuándo se introduce su causa? ¡Qué santa era! Oyeron exclamar a la infanta Isabel “la Chata” en el colegio de El Espinar, ante un retrato de la Madre Cándida.
El corazón de la M. Fundadora era grande, acogedor, trasmitía paz y creaba cercanía. Con toda clase de personas, ricos y pobres, sin distinción de categorías sociales, culturales, credos religiosos o políticos. Ni se arredraba ante los enemigos ni cedía a los halagos de los poderosos. ¿“Ley del Candado”, “Familia Real”? Ella solo era una verdadera Hija de Jesús. Un título sobre todo título.
“Sé de quién me he fiado”. Era una de sus frases favoritas.
Cuando la vida te plantea la tesitura de decidir, es bueno saber de quién me he fiado. Y lo digo desde el agradecimiento por lo vivido.
De la mano de Petra inicié una aventura y hoy, día de su santo, digo hasta luego.
Volveré, si Dios quiere, en septiembre a seguir con los Consejos de la M. Cándida, o con lo que Dios quiera. Y volveré con circunstancias nuevas, con la esperanza puesta en quien es mi escudo, como dice el salmo 88 de las lecturas de ayer, intentando cantar siempre las misericordias del Señor, sabiéndome acogido en su misericordia. Y creyendo que, somos muchos los que hacemos el mismo camino, de diferente forma, de esa forma que enriquece y ayuda, que es la de saber que “el que pierda su vida por mí, la encontrará”, como nos recordaba Mateo ayer. Da igual el tipo de sandalias, da igual la marca de zapatos. Lo importante son otras marcas que no se ven, como el respeto, la sencillez, el perdón, la coherencia, la alegría, la autenticidad, la libertad, … porque todas ellas son las que hacen que merezca la pena seguir caminando.
La foto que acompaña estas palabras habla por sí misma. “Sé en quien me apoyo”. Sencilla, simple, natural y auténtica. Así es Dios. Unas veces pies de niño que necesita nuestras manos y otras veces mano que sostiene nuestro cansancio. Seamos personas dispuestas a dar una vaso de agua, dispuestas a ofrecer lo sencillo, lo que tenemos y sabemos que Dios no dejará sin recompensa nuestro esfuerzo.
¡¡¡¡Feliz verano a todos!!!! Nos vemos, si Dios quiere, el primer lunes de septiembre.