PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 468
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Cambio de armario

¿No os pasa que una de las charlas más habituales en este mes es la del cambio de armario?

Desde hace unas semanas, en las que este tiempo, parece, empieza a refrescar, no hay conversación en la que me encuentre que no surja este tema.

Tomando café en casa de mi vecino me decía, mientras inquieto movía la cucharilla contra la taza:- Tengo que cambiar los armarios.

En el almuerzo de Domingo con mis padres, la sobremesa versó sobre lo mismo: -Esta semana revisamos la ropa de abrigo del pasado año.

Hablando por teléfono con mi mejor amiga hace días, la conversación acabó en un – Necesito unos días para organizar la ropa que vamos a usar este invierno.

Sí. Están presentes estas frases en muchas de mis conversaciones. Y seguro que en las vuestras también. Está vida es un ciclo y ahora toca cambiar armarios. Y se hace. Aunque cueste. Aunque pese. Aunque se ponga todo patas arriba.

Llega octubre.

El mes del cambio de estación.

Del cambio de vestuario.

Del cambio de calzado.

Y cambiamos porque necesitamos adaptarnos. A un nuevo ambiente, a una nueva temperatura. Y lo hacemos cada octubre, como una rutina, como algo interiorizado y necesario, que nos ayuda a convivir en sintonía con lo que respiramos. Con nuestro día a día.

Quizás porque este año me siento más tranquila, más conectada, más en actitud de escucha al corazón, mi cambio de armario no será solo el físico e imprescindible para afrontar el otoño. También será un cambio interior. El necesario para convivir en sintonía con lo que me rodea, adaptándome a las novedades, a lo que vendrá, a aquello que, inevitablemente, por el ciclo de la vida, está por llegar. Aunque suponga poner todo patas arriba.

Y la nueva estación de mi vida me cogerá con la ropa y el calzado adecuado para caminarla juntas.

Raquel Criado Allés

@raquelraquela