Artesanía y maña…
Imaginación creativa…
Y todo ese ARTE… ¡y qué ARTE!
Con mayúsculas, con tan minúsculos elementos: unos trocitos de harapos pegados a una sencilla cartulina. Y unas finísimas líneas, trazadas perfectamente , bastan para desencadenar el jolgorio de una dinámica danza, de tal fuerza motriz, que nos estimulan y casi se nos van los pies…
Hay que contemplar la imagen:
Cada personaje tiene su ritmo personal: torso sugerido, velado, que genera movimiento; lo percibimos por el aire del vestido. Cabeza, sin faltar el coqueto y femenino toque a juego con el vestido, y rostro que armonizan brazos y manos y piernas en un unísono ademán. Único también, en armonía exclusiva. Originales. Los cuatro iconos danzantes, diversos y distintos, no se repiten. Pero se ensamblan en un conjunto de original ballet mozambiqueño.
No me canso de mirar, remirar y palpar. Sí, palpar. Mis dedos tropiezan los minúsculos recortes de tela. Es más, sobre esa tela se pegan esos lunares amarillos que parecen querer escaparse del atuendo, con tanto movimiento…. Solo la plumilla negra ha trazado y conseguido movimiento en brazos y piernas. Hasta sugieren un no sé qué de zapato de tacón. Solo evocación.
Lo demás, puro recorte de tela pegada… Imaginación, paciencia; maña y destreza. ¡Y tiempo! Quizá en Mozambique sea más largo que el nuestro; siempre tan ajetreados. Nos somete la prisa. Tributamos al reloj.
Vuelvo a mirar la pequeña tarjeta: movimiento en estado puro.
Lúdico.
Al compás de cantos y risas.
Desde Mozambique.
Y desde la creatividad y mañosas manos de Pepita, jesuitina, que colgó su título de Químicas, de la universidad de Salamanca en el trastero y se fue a Mozambique. Para evangelizar a esta gente sencilla, quizá le vaya mejor el arte y la danza lúdica. «Para que mi alegría esté en vosotros», nos repetía Jesús.
Y a veces, nos olvidamos de esa ALEGRÍA que es Jesús. La que anunciaban los ángeles en Belén de Judá, a aquellos pastores…
Evangelio: la gran y estupenda noticia.
¡Y hay que celebrarlo!
Teresa Zugazabeitia FI