El martes pasado celebramos el final de curso con un grupo excepcional: 28 años reuniéndose cada semana para compartir la vida desde la fe y la fe desde la vida. Cuando empezaron eran padres de alumnos de Gamarra, hoy son abuelos (algunos con nietos en el colegio), alguno nos acompaña desde el cielo. Ahora las reuniones las tenemos en «Santa María» (la comunidad de mayores-enfermería). Haciendo camino con ellos desde el comienzo (Mª Dolores Maciá, Carmen Casado y yo) no ha faltado nunca al menos una Hija de Jesús. Mucho aprendido. Mucho que agradecer.
Veintiocho años reuniéndose: En la década de los 90 se vivió en el colegio de Málaga (Gamarra) un rico dinamismo pastoral. Fue propuesta de Mª Dolores Maciá (entonces coordinadora de pastoral) incluir a las familias, surgieron varios grupos de padres. El tiempo y las circunstancias llevaron a la desaparición de algunos, pero este se mantuvo fiel y constante.
Compartir la vida desde la fe y la fe desde la vida: Siempre ha sido así, aunque los temas y las dinámicas hayan cambiado; en los últimos cursos hemos seguido el itinerario de “Grupos de Jesús” (Pagola) y este año nos hemos incorporado también a la reflexión congregacional sobre “Apostolado social”. Cuando había disponibilidad de sacerdotes teníamos alguna Eucaristía, ahora oración comunitaria, especialmente en Adviento y Pascua; no falta la invocación inicial al Espíritu y la lectura del evangelio del domingo siguiente, con breve oración, para acabar cada reunión.
Alguno nos acompaña desde el cielo: Hace poco más de un año murió Dalmiro González, él era el coordinador y animador del grupo (lo de acompañar una Hija de Jesús era realmente acompañar, estar sin dirigir). Su recuerdo nos estimula y nos admira la fortaleza de Pepita su mujer.
Haciendo camino con ellos: Fuimos Mª Dolores Maciá, Carmen Casado y yo las que empezamos; los destinos hicieron que durante muchos años quedara sólo Carmen, fiel y sencillamente, y los destinos, o mejor dicho la Providencia, hicieron que la salida de Carmen de Málaga coincidiera con mi paso a la enfermería, que me ha permitido coger el relevo.
La foto: en la celebración nos acompañaron Lola Giménez y Matilde Blanco que se han unido en la reflexión sobre “Apostolado social” y Josefa Cisneros que cada semana los recibe y despide desde la portería.
Esta es la crónica externa, la interior: Mucho aprendido: el sentido y valor de la vocación laical, la riqueza de caminar con otros, la importancia para la continuidad el no “apropiarnos” las actividades, la capacidad de mantener la apertura y el entusiasmo aunque se cumplan años… Y mucho que agradecer: la fidelidad y la constancia, la generosidad solidaria (mantienen becas de comedor a alumnos del colegio y aportación a Cáritas), la amistad y la ayuda, y sobre todo el cuidado de Dios Padre que nos guía y sostiene en el camino.
Mª del Pilar Linde FI