(Viene de aquí)
¿Quién fue Carmen Garayzabal?
Tuve la suerte de vivir con ella en San Sebastián. Mi primer destino. Ella en plenitud de madurez. Con estilo muy personal. Mujer abierta y comprometida. Adelantada a los tiempos, quizá incomprendida. Pero lo llevaba con mucho garbo y comprensión. Hasta con elegancia.
Sus utopías… resultaron ser evidencias; pero después.
La justicia, la entendía in situ. Con la persona cercana. ”Confundía” la caridad y la justicia. Exquisita en el amor comprometido, sin fronteras, superando toda ley. Libre como las águilas. Vivía, sin alarde alguno, aquello que Jesús dijo, que el sábado era para el hombre… y no al revés. Digna y libre de espíritu. Servicial, donde hiciera falta, sin alharacas.
Espíritu artístico, además de su música, a ella le debemos, en parte, las vidrieras enmarcadas en cemento, realizadas en Irún, para la remodelación de la capilla de Miraconcha. Hoy en Burgos. ¡Qué sagrario diseñó para el monumento del Jueves Santo! : logró que un cantero diera forma a una pequeña roca, como simulando el santo sepulcro, con losa para ser rodada, y un Xrismón en hierro forjado. Alarde de buen gusto que canalizó el espíritu litúrgico de la Pascua.
Cuando apenas se conocía International Amnesty, tuve que irme a Inglaterra por razón de
estudios. Me pidió que buscara en Londres su sede, que le trajera un pin. Lo logré. Significaba
tanto para ella…
Estaba por encima de la ley; mejor: su ley era el amor comprometido realizado en el servicio,
sobre todo en el más débil y vulnerable.
Volví a convivir con ella, siendo ya residente de nuestra casa de Hermanas Mayores en Ayete.
Llovía a cántaros en San Sebastián, huracán incluido. Y Ana, una de las auxiliares, tenía que
pernoctar en su casa… Qué desazón para Garayzabal; ella ya no podía conducir. Qué abrazo me
dio al verme de vuelta y haber llevado a Ana a su casa. Se le saltaban las lágrimas a esta
anciana feliz.
Entre nuestros “activos congregacionales”, cotizo por esta Hermana que transcurrió su vida de
educadora entre Salamanca y San Sebastián. Y quizá desapercibida.
Todavía la recuerdan con emoción en U.S.A, en Grenoble… y cualquier antigua alumna que hable de ella.
Debió ser toda una “top model” de identificación, sin pretenderlo.
Éste es mi relato familiar en las sobremesas virtuales, de Navidad, de la gran familia Jesuitinas.
Con Cándida María de Jesús, repetimos “Bendito sea Dios, que tanto nos quiere”